Quienes caminaban por la calle Esmeralda cerca del Registro Civil, recordarán la patrimonial imagen de un anciano de cotona azul, boina gris, anteojos gruesos y sapiente barba blanca. Su nombre es Jorge Guerrero, vendedor callejero de libros de leyes desde hace más de treinta años.
Un día de 1940, el quillotano Jorge Guerrero, comenzó a transformar en oficio su interés por la lectura. Tras mucho buscar empleo, encontró en la venta de libros leguleyos la forma de llevar el sustento diario a su familia.
A pesar de sus tres años de escolaridad, Don Jorge se cultivó a través de la "autoeducación" (como él mismo decía). Con ese empeño viajó a Santiago, donde se radicó varios años; llegando a ser dirigente de los vendedores de leyes y folletos jurídicos, organización que tuvo 50 socios. Se le veía en el Paseo Huérfanos, frente al Nº 1005, hasta el año en que el alcalde Jaime Ravinet prohibió el comercio ambulante.
Don Jorge deja la capital y arribó hacia Valparaíso en 1982, fascinado por el mar y los desafíos de ajedrez con los turistas. Compró una casa en el Cerro Ramaditas, para continuar con su trabajo y escapar de la contaminación que le afectaba la salud. Pero al poco tiempo siendo el ya anciano, las editoriales con las que trabajaba quebraron por culpa de la globalización, lo que le obligó años más tarde a limosnear.
En una entrevista con el diario La Cuarta, relató:
"Ahora soy un pordiosero que le pide plata a la gente, porque tengo una jubilación de 75 mil pesos. Buena parte de los 4 mil a 6 mil pesos que me hago a diario la utilizo para comprarles comida a los animalitos. Esto lo hago hace 44 años, porque uno de mis hijos fue desahuciado y su padrino de bautizo fue San Francisco de Asís. Gracias al santo hoy mi hijo está vivo y yo me convertí en vegetariano.
"Partí vendiendo el Almanaque Parroquial en 1940 a los curas jesuitas. Luego les vendí libros a los franciscanos y también trabajé con "El Mensajero", que editaba el Sagrado Corazón de Jesús. Me paraba en la puerta de la Catedral de Santiago, hasta que pasó Eduardo Jiménez, dueño de la editorial Gutenberg, y me dijo que por qué no vendía textos legales. Al otro día fui temprano a buscarlos y comencé a ofrecerlos. Conocí a los mejores editores del país. Yo les vendí textos legales a Salvador Allende, a Arturo Alessandri, quien ha sido a mi juicio el mejor Presidente de Chile, y a Luis Bossay, que fue diputado, entre otra gente muy macanuda"
Ya octogenario, Don Jorge se queda en su casa de Ramaditas, junto a sus seis perros y seis gatos. Una familiar se lo quería llevar con ella, pero le ponía como condición que se deshiciera de los animales. Él se negó rotundamente, siendo fiel a la promesa que hizo a San Francisco de Asís, de ser bondadoso con los animales hasta que le dieran las fuerzas.
Un día de 1940, el quillotano Jorge Guerrero, comenzó a transformar en oficio su interés por la lectura. Tras mucho buscar empleo, encontró en la venta de libros leguleyos la forma de llevar el sustento diario a su familia.
A pesar de sus tres años de escolaridad, Don Jorge se cultivó a través de la "autoeducación" (como él mismo decía). Con ese empeño viajó a Santiago, donde se radicó varios años; llegando a ser dirigente de los vendedores de leyes y folletos jurídicos, organización que tuvo 50 socios. Se le veía en el Paseo Huérfanos, frente al Nº 1005, hasta el año en que el alcalde Jaime Ravinet prohibió el comercio ambulante.
Don Jorge deja la capital y arribó hacia Valparaíso en 1982, fascinado por el mar y los desafíos de ajedrez con los turistas. Compró una casa en el Cerro Ramaditas, para continuar con su trabajo y escapar de la contaminación que le afectaba la salud. Pero al poco tiempo siendo el ya anciano, las editoriales con las que trabajaba quebraron por culpa de la globalización, lo que le obligó años más tarde a limosnear.
En una entrevista con el diario La Cuarta, relató:
"Ahora soy un pordiosero que le pide plata a la gente, porque tengo una jubilación de 75 mil pesos. Buena parte de los 4 mil a 6 mil pesos que me hago a diario la utilizo para comprarles comida a los animalitos. Esto lo hago hace 44 años, porque uno de mis hijos fue desahuciado y su padrino de bautizo fue San Francisco de Asís. Gracias al santo hoy mi hijo está vivo y yo me convertí en vegetariano.
"Partí vendiendo el Almanaque Parroquial en 1940 a los curas jesuitas. Luego les vendí libros a los franciscanos y también trabajé con "El Mensajero", que editaba el Sagrado Corazón de Jesús. Me paraba en la puerta de la Catedral de Santiago, hasta que pasó Eduardo Jiménez, dueño de la editorial Gutenberg, y me dijo que por qué no vendía textos legales. Al otro día fui temprano a buscarlos y comencé a ofrecerlos. Conocí a los mejores editores del país. Yo les vendí textos legales a Salvador Allende, a Arturo Alessandri, quien ha sido a mi juicio el mejor Presidente de Chile, y a Luis Bossay, que fue diputado, entre otra gente muy macanuda"
Ya octogenario, Don Jorge se queda en su casa de Ramaditas, junto a sus seis perros y seis gatos. Una familiar se lo quería llevar con ella, pero le ponía como condición que se deshiciera de los animales. Él se negó rotundamente, siendo fiel a la promesa que hizo a San Francisco de Asís, de ser bondadoso con los animales hasta que le dieran las fuerzas.
1 comentarios:
Después de leer parte de su vida me queda dando vueltas que su apellido le calza muy bien...
es un Guerrero!!!
... eso es justo lo que nos falta a muchos/as, su gran convicción y fortaleza de vivir.
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