Fundación de 'Santiago Wanderers FC'

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Santiago Wanderers 1913


Fue la cancha Los Lúcumos, en el cerro Carretas de Valparaíso, en el ya lejano año 1892 cuando un grupo de jóvenes comenzó a echar a rodar la historia del decano del fútbol chileno.
Sus tardes de ocio hicieron que fijaran su atención en un entretenido juego de pelota practicado por los ingleses que llegaban a la ciudad y al cual llamaban football.

De a poco, fueron reuniéndose más y más jóvenes interesados en este novedoso deporte, tanto así que se comenzaron a fundar diversos clubes, aunque en su mayoría formados por ingleses.

En esa misma cancha fue donde se esbozó por primera vez la idea de formar un club.

“Yo creo que el team lo tenemos formado y lo que nos falta es darle un nombre o formar un club como ya hay otros organizados” - Se atrevió a decir tímidamente Pancho Avaria, uno de los muchachos. Y de inmediato la ilusión de todos los presentes se encendió sobre la idea, y todos asintieron.

Días más tarde un grupo de los jóvenes caminando por Plaza Echaurren comenzaban ya a pensar en el nombre que darían al club. Había consenso en que el nombre debía ser en inglés y para la mayoría el nombre de Wanderers era el adecuado, pero Arturo Acuña hizo notar que ya existía un Valparaíso Wanderers, formado por extranjeros. Y cuando ya decepcionados comenzaban la búsqueda de un nuevo nombre para el nuevo club, Benito Cruz, otro de los presentes, insinúo sin mayores intenciones una frase que, sin quererlo pasaría a ser parte crucial en la vida de muchas generaciones:

“Pues si hay un Valparaíso Wanderers, a nuestro club nosotros le ponemos Santiago Wanderers y santas pascuas. Además nuestro club será más nuestro porque llevará el nombre de nuestra capital”.

De inmediato, sintiendo que esa era la solución a su problema, todos aprobaron la idea.

“Pues entonces le llamaremos Santiago Wanderers” - concluyó orgulloso Cruz.

Pero no bastaba sólo con un nombre, había que organizarse, y para aquellos efectos se citaba a reunión a todos los interesados en formar parte de este nuevo team. Corría el día lunes 15 de agosto y la casa de los hermanos Germán y Luis Sánchez se atestaba de chicos deseosos por ser partícipes de la actividad.

Llegaron a esa histórica reunión: los hermanos Nicanor y Benito Cruz, Alfredo Arévalo, Eduardo Pizarro, Francisco Avaria, los hermanos Eduardo y Romeo Leal, los hermanos Carlos, Pedro y Antonio Mujica, Luis y Enrique González, Pedro y Juan Lobos, Alberto y Alejandro Alburaín, Pedro y Aníbal Le Blanc, Sergio Arévalo, Carlos Solar, Manuel Hidalgo, Arturo Acuña, Alejandro Paublides, Luis Riso, Manuel Alvárez, Manuel Borghetti, Pedro y Carlos Fagenstrom, Ciriac Avaria, Gilberto Hidalgo y los hermanos Vásquez, Valenzuela y Benavente.

Luego de una larga sesión, decidieron que el primer directorio quedaría integrado por Gilberto Hidalgo como presidente, Vicente Lobos como vicepresidente, Germán Sánchez como tesorero y Francisco Avaria como capitán del equipo.

Y sería la cancha “El empedrado”, cercana al Muelle Prat, donde partiría la historia futbolística del club. Once jóvenes vestidos de impecables camisetas blancas con las iniciales SW bordadas sobre su pecho y pantalones negros entraban a enfrentar al Club Nacional del Cerro Artillería, en su primer partido oficial.

A principios del siglo XX, el club ya tenía inscrito su primer equipo en la National Football Association, protagonizando encendidos clásicos con el equipo del Cerro La Cruz.

Catorce años más tarde, el 16 de agosto de 1906, el destino tenía preparada una amarga celebración: La noche se hacía más oscura que nunca y la tierra sacudía a todo Valparaíso en un devastador terremoto que no sólo dejaba a miles de personas damnificadas.

Un voraz incendio destruía la casa de Máximo Bruna, que a su vez servía de secretaría del club, llevándose toda la documentación de su historia. Un golpe duro para el mismo Bruna; Francisco Montes de Oca, Pedro Cortés Besa y Guillermo Wentt, quienes lo acompañaban.

“Mientras nos quede un hálito de vida, nuestro club no podrá sucumbir. Colectivamente somos más fuertes que esta tragedia”, sentenció Montes de Oca. A lo que Pedro Cortés agregó:

“Santiago Wanderers no puede sucumbir, porque Santiago Wanderers somos nosotros, su gente”

Esta es la premisa que hasta el día de hoy es asumida en los no-pocos momentos difíciles del club.

Y la frase no se quedó sólo en palabras, ya que un año después, en 1907, Wanderers se título campeón de la National Football Association.

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Texto: www.wandererspatrimonio.net

Osvaldo "Gitano" Rodríguez

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Osvaldo Rodríguez Musso, nació en Valparaíso en 1943 y se crió en el cerro Artillería, sector Playa Ancha. Estudió en el colegio Mackay y en el Liceo de Quilpué, para luego formarse en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar y en la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Valparaíso. Gestor cultural, creador, junto a otros artistas, de la Peña de Valparaíso y autor de la famosa canción dedicada al puerto. En 1972 publica su primer disco "Tiempo de Vivir" y al año siguiente su libro "Estado de Emergencia". Tomando la poesía como punto de partida, el Gitano, bautizado así en su adolescencia por sus eternos vagabundeos, aborda la literatura, el ensayo, la plástica y la música construyendo un universo lírico en torno a un Valparaíso mítico.

Ex militante del Partido Comunista, exiliado desde 1973 y radicado por dos décadas en el extranjero, hace honor a su apodo transformándose en embajador cultural itinerante, que cosecha aplausos en conciertos, publicaciones y exposiciones y dicta cátedras en universidades europeas, sin jamás abandonar la búsqueda nostálgica del hogar, representado por su ciudad natal y plasmada, como metáfora, en su creación de la "Casa Transparente", sumergida en el fondo de la bahía.

Es en Francia donde publica su conocido disco "Los Pájaros sin Mar", que incluye su popular canción sobre el puerto. Doctorado en Letras en la Universidad de Praga, en 1986, sigue también cursos de Literatura y Sociología en la Escuela de Altos Estudios de París. Entre los reconocimientos internacionales que ha recibido se cuentan el Premio Charles Cross en Francia y el Premio de Musicología Casa de las Américas de Cuba. Entre sus libros editados destacan sus obras acerca de la producción musical nacional "Cantores que Reflexionan" (Madrid, 1984) y "La Nueva Canción Chilena: Continuidad y Reflejo" (La Habana, 1988).

Buenos Aires, Río de Janeiro, Rostock, Berlín, París, Niza, Madrid, Barcelona, Praga, Lyon, Göttingen, Volterra, Würzburg y finalmente, Bardolino, en el norte de Italia, son las casas del poeta donde arrastra consigo la nostalgia de una ciudad, que al volver, no podrá reconocer como suya. En 1986 encuentra su muerte, ocurrida a manos de un cáncer que lo extinguió a los 53 años, en un pueblo de la Toscana italiana, en donde residió en el último tiempo junto a su familia y a donde volvió tras una desilusionada visita a su Valparaíso natal a principios de los 90.

"Todas las ciudades tienen algo de Valparaíso", escribe el Gitano en las Palabras Previas de Canto a Valparaíso, enumerando una serie de ejemplos en donde los fragmentos del puerto se despliegan por el territorio europeo. "En el costado oriental de la ciudad etrusca de Volterra, en medio de la Toscana, hay escaleras de piedra que, como en la playa Las Torpederas, no llevan a parte alguna. El ascensor Polanco, que muchos porteños creen único, tiene un primo hermano en Estocolmo y otro en Lisboa. La calle de Jan Neruda, en Praga, podría perfectamente descender del Cerro Alegre… Hay palacios en Milán que no desentonarían en un barrio viñamarino; casas en Londres, especialmente en los alrededores de Canning House, que tienen su réplica en la plazuela Eleuterio Ramírez, sólo que en Valparaíso no son de piedra, sino de madera e irremediablemente se las está llevando el viento y la desidia".

Muchos temas desconocidos del Gitano Rodríguez, varios de ellos dedicados a Valparaíso y sus alrededores y algunos inéditos, se encuentran registrados en las cintas que guarda su viuda Silvia. "Son canciones tristes, de una profunda riqueza", describe Silvia. Entre los registros también se cuentan tracks tan desconocidos como sus interpretaciones de cuecas porteñas. Según su hermano Alejandro, la famosa canción Valparaíso, "no es ni siquiera la mejor canción que el Gitano escribió al puerto". Como ejemplo de notables composiciones, cita "El duende", la cual habla sobre la atmósfera de la ciudad y "La caleta del Membrillo":

Muelle de un mar que quiere tragarse hasta el verano,
tierra robada al propio mar que la reclama,
trozo que bien pagaron tus hombres en invierno,
playa de vientos y de piedras olvidadas.


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Fuente:  www.nuestro.cl



Don Jorge Guerrero

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Quienes caminaban por la calle Esmeralda cerca del Registro Civil, recordarán la patrimonial imagen de un anciano de cotona azul, boina gris, anteojos gruesos y sapiente barba blanca. Su nombre es Jorge Guerrero, vendedor callejero de libros de leyes desde hace más de treinta años.

Un día de 1940, el quillotano Jorge Guerrero, comenzó a transformar en oficio su interés por la lectura. Tras mucho buscar empleo, encontró en la venta de libros leguleyos la forma de llevar el sustento diario a su familia.

A pesar de sus tres años de escolaridad, Don Jorge se cultivó a través de la "autoeducación" (como él mismo decía). Con ese empeño viajó a Santiago, donde se radicó varios años; llegando a ser dirigente de los vendedores de leyes y folletos jurídicos, organización que tuvo 50 socios. Se le veía en el Paseo Huérfanos, frente al Nº 1005, hasta el año en que el alcalde Jaime Ravinet prohibió el comercio ambulante.

Don Jorge deja la capital y arribó hacia Valparaíso en 1982, fascinado por el mar y los desafíos de ajedrez con los turistas. Compró una casa en el Cerro Ramaditas, para continuar con su trabajo y escapar de la contaminación que le afectaba la salud. Pero al poco tiempo siendo el ya anciano, las editoriales con las que trabajaba quebraron por culpa de la globalización, lo que le obligó años más tarde a limosnear.


En una entrevista con el diario La Cuarta, relató:

"Ahora soy un pordiosero que le pide plata a la gente, porque tengo una jubilación de 75 mil pesos. Buena parte de los 4 mil a 6 mil pesos que me hago a diario la utilizo para comprarles comida a los animalitos. Esto lo hago hace 44 años, porque uno de mis hijos fue desahuciado y su padrino de bautizo fue San Francisco de Asís. Gracias al santo hoy mi hijo está vivo y yo me convertí en vegetariano.

"Partí vendiendo el Almanaque Parroquial en 1940 a los curas jesuitas. Luego les vendí libros a los franciscanos y también trabajé con "El Mensajero", que editaba el Sagrado Corazón de Jesús. Me paraba en la puerta de la Catedral de Santiago, hasta que pasó Eduardo Jiménez, dueño de la editorial Gutenberg, y me dijo que por qué no vendía textos legales. Al otro día fui temprano a buscarlos y comencé a ofrecerlos. Conocí a los mejores editores del país. Yo les vendí textos legales a Salvador Allende, a Arturo Alessandri, quien ha sido a mi juicio el mejor Presidente de Chile, y a Luis Bossay, que fue diputado, entre otra gente muy macanuda"


Ya octogenario, Don Jorge se queda en su casa de Ramaditas, junto a sus seis perros y seis gatos. Una familiar se lo quería llevar con ella, pero le ponía como condición que se deshiciera de los animales. Él se negó rotundamente, siendo fiel a la promesa que hizo a San Francisco de Asís, de ser bondadoso con los animales hasta que le dieran las fuerzas.