Alfredo Valenzuela Puelma

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Eminente pintor nacido en Valparaíso el 8 de febrero de 1856. Desde muy pequeño mostró interés por el arte, antes de los diez años tocaba piano y pintaba con pinceles hechos por él mismo. A los 12 años ingresó a la Academia de Bellas Artes, donde fue alumno de Ernesto Kirchbach y Juan Mochi. En 1881 viajó a Europa becado por el gobierno de Chile para continuar sus estudios en París. Allí asistió al Taller de Benjamín Constant, quien aviva su interés por la perfección técnica y los temas de moda. De manera simultánea, sigue cursos de anatomía en la Sorbone y frecuenta los museos para estudiar a los grandes maestros del arte europeo. Especial admiración sintió por Velázquez, Murillo y Tiziano.

Al terminar la beca en 1885, regresa a Santiago y se integra a la Unión artística que formó Pedro Lira. En 1887 fue becado por segunda vez por el gobierno para estudiar en París. En esa oportunidad asistió al Taller de Jean Paul Laurens, uno de los más importantes pintores de historia de la corriente académica de la época.

En 1890 regresó a Chile, emprendiendo una gran labor de difusión cultural. En 1893, cuando fue nombrado administrador del Teatro La Victoria de Valparaíso organizó exitosos salones que compitieron con los de Santiago. Así es como el Museo de Bellas Artes de Valparaíso se instaló por primera vez en 1895, en el segundo nivel del teatro de la Victoria, ubicado en ese entonces al frente de la Plaza Simón Bolívar. El terremoto de 1906 derrumbó el edificio.

Este pintor fue un hombre de fuerte personalidad, combativo, apasionado y con ideas extremas; un anticlerical declarado; partidario ferviente de los planteamientos liberales del Presidente José Manuel Balmaceda; radical, dio conferencias sobre temas sociales y defendió sus argumentos con gritos y grandes ademanes; espiritista y crítico que con el seudónimo de "Pedrolera" escribió artículos sobre temas de arte en el diario "La Ley" después de enemistarse con Pedro Lira. Fue amigo de Rubén Darío y del pintor chileno Alfredo Helsby (su más fiel amigo y discípulo).

La obra de Valenzuela Puelma fue poco apreciada en Chile: el artista padeció sufrimientos y pobreza y debió ganarse la vida pintando retratos de fotos. Este valpino sacaba de quicio a la sociedad santiaguina debido a su vestimenta exuberante, comportamiento impredecible y ciega confianza en su talento. La obra de Valenzuela Puelma era constantemente criticada por su osadía y hasta indecencia, mientras que la de su competidor Pedro Lira se convertía en sinónimo del buen gusto.

Alfredo Valenzuela Puelma murió completamente solo y en la miseria el 27 de octubre de 1909 en un hospital psiquiátrico en Villejuif, cerca de París.


Escupo Rosado

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Ella sólo conoce mis disfraces. Nunca ha tomado el cuchillo para quitar la cáscara de la manzana y ver el color de mis semillas.

Cierta vez dejé tirada una semilla frente a su burdel, y la indiferencia del mundo la regó sin compasión. La semilla creció y floreció y devoró hasta su propia sombra.

Pero esta historia no trata sobre botánica, sino que de recogénica...

Me gusta copiar cosas.
Sobretodo lo que veo.
Pero lo copio, lo recorto y lo pego en los papeles, con palabras.

Incluso hubo una noche muy atrás en el recuerdo, en que para paliar el hambre de vida salí a bailar por la noche valpina, sin esperar a rogar compañía. Y bailando sólo, como si el aire disparara mis pies al ritmo de Iggy-Pop, ella me empujó.

En otra ocasión, intentaba ganarme la vida haciendo el ridículo artísticamente. Le quise hablar, pero los mimos tienen estrictamente prohibido realizar ese cruel acto - quizá por eso sus caras son tan puras-. Por lo menos ella rió.

A veces pienso que, las picaduras que siento cuando duermo, no son pulgas borrachas de sangre. Siento miedo que sea ella y me confunda con un chicle.

Valpilandia está lleno de infiltrados. Muchos de ellos cruzan el océano sólo para presenciar lo que enloqueció al apitutado Neruda. Algunos jóvenes forasteros, estudiantes de paso, no logran comprender porqué un flaco de pelo largo pondría una bandera gigante en una fachada abandonada de la calle Carampangue.

El loco Mauro, Ludwing Shot, la Bueli, Manuel 'caeza e zapallo' Guerrero... mis mejores amigos, pero solo mendigos para el resto. Ellos son mis maestros; pajaritos sin miedo en un nido de adobe y calamina. Nuestro corazón es duro, como un pastelito de cumpleaños olvidado bajo la cama; nuestra dulzura se hizo fermento, se hizo alcohol, se hizo olvido.

Las grandes metrópolis de hoy en día son prostitutas que cobran muy caro para poder comprarse las mejores joyas y los mejores vestidos, y así impresionar a sus cafiches. Valpilandia es una princesa que se prostituye por placer y que se viste con las olvidadas prendas que sus apresurados clientes dejan.


Quizá a ella la vea en el Carnavalpo, otra vez, celebrando el aniversario de esta ramera sin certificado de nacimiento.