Pronóstico sobre fenómenos atmosféricos:
La Sección de Meteorología de la Dirección del Territorio Marítimo ha pronosticado fenómenos atmosféricos y sísmicos para el día 16 del presente mes, basada en las siguientes observaciones: El día fijado habrá conjunción de Neptuno con la Luna y máximo de declinación norte de ésta. A causa de estas situaciones de los astros, la circunsferencia del círculo peligroso pasa por Valparaíso y el punto crítico formado con la del Sol cae sobre las inmediaciones del puerto.
Cap. Arturo Middleton.
Valparaíso, agosto 6 de 1906.
Todavía resonaban en la prensa los ecos de la catástrofe de San Francisco (EE.UU.) ocurridos hacía cuatro meses. Los geólogos hablaban ya de la geosinclinal circumpacífica, pero la opinión del grueso público hizo caso omiso de las que consideraba aventuradas predicciones.
Amaneció el día 16 despejado en Valparaíso, en concordancia con el dominante viento sur, indicio de buen tiempo y con lo que el barómetro señalaba. Sin embargo, alrededor de las diez de la mañana comenzó una lluvia suave pero pertinaz, que no se interrumpiría por mucho tiempo.
Poco antes de las 8 de la noche, cuando los más de los porteños hacían sobremesa o estaban todavía cenando, se produjo la primera sacudida de la tierra que duró, según muchos testimonios, cuatro minutos (otros hablaban de "cuatro credos"). Todo el mundo se lanzó a la calle o trató de guarecerse bajo los dinteles que creían menos vulnerables. De éstos, no pocos fueron aplastados al desplomarse las fachadas, ante el espanto de los que se habían quedado, paralizados por el terror, en los interiores. Otros cayeron bajo el peso de cornisas, muros y balaustradas.
Un extraño fenómeno atmosférico anterior a los incendios enrojeció el cielo, si bien esa luz macabra no era suficiente para dominar las tinieblas causadas por la quebradura de faroles y lámparas eléctricas y de gas.
Siguieron al primer sacudimiento quince minutos de alaridos, búsqueda de sobrevivientes y paroxismo; hasta producirse el segundo movimiento, más breve (se habló de un minuto) pero mucho más fuerte, que completó la destrucción de barrios enteros: el Almendral, entre las calles Errázuriz e Independencia; el Estero de las Delicias y las inmediaciones de la Plaza Aníbal Pinto, todos ellos levantados en tierra de relleno.
Las casas de los alrededores del puerto, más sólidas, resistieron mejor. En ellas se refugiaron unos, mientras otros lograban llegar a los barcos o improvisaban refugios en calles y plazas para protegerse de la lluvia tenue y pertinaz, que sólo cesó a medianoche, y de la helada subsiguiente, del terror a la propagación de los incendios que se habían iniciado por todos lados (incendios que la suave llovizna apenas sofocaba,) y también de la guerra campal entre la fuerza pública y salteadores, muchos de los cuales fueron fusilados in situ.
La ciudad quedó totalmente aislada, de suerte que hubo que defenderse con sus propios recursos de la propagación de los incendios, de los insensatos que rompían las cañerías de agua más cercanas para abastecerse o simplemente para satisfacer la vesanía generada por el caos, además de la necesidad urgente de enterrar los cadáveres, calculados a posteriori en más de 3.000.
El terremoto sacudió también, con mayor o menor intensidad, Viña del Mar (110 víctimas), Quillota (49 fallecidos), Limache (donde un orfelinato con 110 niños y una monja fueron sepultados por los escombros), Quilpué (20 muertos) y otros pueblos y ciudades del Valle Central. La magnitud asignada por la USGS para este terremoto fue 8,39 en escala Richter (en base a los antecedentes, ya que dicha escala no había sido inventada aún).
En Santiago se produjeron alrededor de 140 víctimas; la gente se lanzó también a las calles y plazas, y muchos pernoctaron en los tranvías o en otros vehículos que consideraron menos vulnerables. La Moneda, el Teatro Municipal y el Congreso sufrieron serios daños, pero no hubo derrumbes fatales. Las ciudades sureñas afectadas fueron Penco (donde el mar se salió 50 metros) y Concepción (se interrumpió el alumbrado eléctrico y se cayeron algunas torres).
Con la interrupción total de las comunicaciones, sólo se tuvo noticias de la catástrofe de Valparaíso en la tarde del día 17 por un telegrama de Quillota y en la mañana del 18 por un esforzado jinete. Tres días después llegaban a Valparaíso los ministros del Interior y de Guerra, y el día 25 el presidente Riesco y el electo Pedro Montt, luego de un viaje en tren, a pie y a caballo.
No obstante, lo positivo de este terremoto fue que, por primera vez, se realizó un estudio profundo sobre normas de construcción y se sentaron las bases del desarrollo de la sismología en Chile, con la contratación de expertos (como el conde Fernando de Montessus de Ballore, llamado por el gobierno) y la fundación del Instituto Sismológico de Chile.
________________________________________
Fuente: Aldo Villavicencio. ( www.angelfire.com/nt/terremotos )